Tal vez en San Francisco no estoy haciendo el tipo de fotografía que más quisiera, pero he tenido oportunidades de aprender, de experimentar ante diferentes situaciones, ambientes, actividades, y eso siempre es bueno.
No recuerdo ni como dí con el evento, solo lo que sentí cuando vi que podía tomar fotos en un miniconciertito: algo bonito en mi pecho.
Ayer estaba indecisa sobre ir a una presentación de salsa o quedarme en la casa, obviamente no iba a hacer mucho de provecho si seleccionaba la opción dos, y justo cuando estaba en medio de esa irresolución, el bobby me pidió que le llevara su computadora. Tomé eso como una señal para tomar mi cámara y salir a fotografiar, no antes de agarra la laptop y llevarla al lugar acordado.
Hoy esperaba a una amiga frente al Dolores park, cuando noté a una mujer con un vestido de estampado de conos de nieve y a un acompañante.
Desde que llegué a vivir a San Francisco, esperaba el famoso desfile de orgullo gay. El domingo 23 de junio, cuando por fin llegó el día, la expectativa no fue excedida, ni mis prejuicios satisfechos.
Ya que no tengo cámara, he tenido tiempo de leer mucho y jugar otro tanto más con Photoshop e Illustrator.